Locuras y malas decisiones.

Que sí. Que mil veces arriesgué y perdí. Y otras gané. No perdí la ilusión por muchos palos que me llevase, ni la esperanza tampoco. Perseguí mis sueños y mírame. Aquí estoy. Duda entre mil respuestas, con toda la vida por delante. Y aunque tomé malas decisiones, no me rindo. Sé que todo lo malo, con un poco de vino, se convierte en algo bueno. Y que las dudas, cubiertas con azúcar, son más fáciles de saborear. Porque me quiero equivocar yo, rectificar a tiempo... y si no se puede, afrontarlo. Sonreír y luchar. Porque después de la tormenta no viene la calma, pues la calma es el final. Y si esto acaba, todo el trabajo no habrá merecido la pena y todas esas decisiones no habrán servido de nada.

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