Nieve derretida.

Frío. Escarcha fina cubre a los coches aparcados en aquella avenida. Mientras claras gotas destrozaban la belleza del agua congelada. Calles llenas de pisadas nuestras, recorridas con nuestras manos enlazadas, disfrutando del calor barrido por el viento. Farolas fundidas a nuestro paso, dejando atrás todas esas luces que algún día nos iluminaron. ¿Qué camino tomarás? ¿Irás a la derecha y te perderás, o te quedarás aquí? Conmigo. Ojalá lo hicieras. Ojalá tú también sintieras que la nieve se derrite cuando tus ojos se posan en ella. Pero seguramente, el camino invisible que recorre el cielo, sobre tu paraguas, sea más interesante. Ya que tu paraguas, está tirado por el suelo y das zancadas sonriente. Pasas la mano por los coches, retirando la nieve, manchando tus guantes negros. Y de repente, estás tirado en el suelo. Mientras la lluvia te humedece el oscuro abrigo y la nieve te ensucia la mirada. Me miras sonriente. ¿Habrás tomado ya tu decisión?  Comienzas a mover los brazos y piernas, como en esas películas que veíamos de pequeños. Un ángel en la nieve. Y sin saber por qué, me encuentro haciendo uno. Uniéndome a tus carcajadas amplificadas por la soledad de esa calle. Hace frío, y las gotas de agua se mezclan con mis lágrimas. Disimulándolas. Quién sabe si será la última vez que veo tu sonrisa...

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