Cada carta de rompí.

Quiero hacerte ver, que puedes rozar las estrellas.

Posiblemente me escribiste los versos más bellos en aquellas hojas. Pudiste escribir mil poesías contemporáneas que a mis ojos enamorarían. O igual no escribiste nada. Las dejaste en blanco. Para ver que no había esperanza. Que no se podía ver más allá de la tercera estrella de esa constelación que pintamos en mayo. Que ya no podíamos saltar esas cortinas de café humeante. Blancas, todas. O quizá no. Quizá me explicaste la referencia a tus claros ojos, o la teoría del hilo invisible que nos unía. Y que yo corté sin piedad. Rompí tus cartas, sin leerlas. Quemé tus fotos, con mis lágrimas en ellas. Oculté tu perfume, con hileras de hombres. Y sin embargo, me hubiera gustado leer uno de tus poemas.


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