Recuerdos malditos.

Hoy he vuelto a casa.
Las luces, fundidas, esperaban ser cambiadas. Las persianas blancas, bajadas, impedían al sol invadir mi vida. Todo estaba igual. La cama desecha, empujaba los recuerdos a mi mente. Una bonita noche. Las sillas de madera, perfectamente colocadas a dos centímetros de una mesa de cristal, invitaban al cuerpo a sentarse y perderse contando cuadros. Cuadros, en blanco y negro, a color. En sepia. Cuadros, paisajes, retratos. Fotos, sus fotos. Las que ya no son mías. Los mismos rostros de cada día hoy me golpean. Hacen que mi mente evapore todo aquello que aprendí al abandonarlos. Rencor, histeria. Sus rostros hoy, me abofetean. Hacen sangrar al alma.Y me pierdo en el mar de sus ojos. 
Ya no estoy aquí.
Un mar se abre a mis pies. Azul, húmedo. Me moja los pies. Acantilados a mis espaldas, olas en mi mirada. Me arrastran. Hacen que quiera correr y gritar; pero no puedo. Mis pies no me mueven, mi boca no se abre. Tormentas caen a mi alrededor, me camuflan. Ni siquiera puedo cerrar los ojos al ver las enormes olas que me echan el pelo hacia detrás. Lloro, pero no tengo miedo. No importan los rayos, ni la lluvia. Ni las grandes olas, ni los acantilados oscuros. Ya no importan.
Porque ya no estoy aquí.
Los cuadros ahora me miran con compasión. Me lloran recuerdos que ellos sembraron en mi mente. Esos, que quise aprender a olvidar y que ellos, malditos y ahorcajados, me operaron de nuevo. El cerebro no responde, solo veo, los últimos segundos, que pasé sin ellos. 

1 comentario :

  1. Hola, tiene algo especial este texto, pero aún no se lo que es. Un abrazo.

    ResponderEliminar