Puede que tiemble al escuchar su voz, o que me derrita con sus miradas. Puede que me ponga nerviosa al verle o que me quede paralizada cuando me acaricia. Quizá me ponga colorada, o me ría en los momentos importantes. O quizá me canse nada más empezar. Puede que me aburra en algunos momentos, o que me rinda sin haberlo intentado. A lo mejor tiro la toalla y dejo todo sin acabar. O quizá no. Azar. Pero soy así, una virtud entre muchos defectos.
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