Queridísima Rachel:

Ayer no pude soportar la presión y estallé a llorar. Vi tu foto. No podía creer que te había perdido, que ya no había vuelta atrás, que lo había estropeado todo. Recordé el primer día, cuando tiraste la piedra a ese lago que seguramente ya esté seco... me pareciste hermosa. Y me lo seguirás pareciendo siempre. Siempre. Sin embargo, cuando estuve a punto de rendirme, dejar toda esa masa que nos separaba, ¿sabes lo que pensé? En ti. Que tú no querrías que tirara todo a la basura y hiciera como que no pasaba nada. Que hiciera como que la luna no nos había visto, que éramos dos completos desconocidos, que se conocían perfectamente. Y si algún día vuelvo a verte, en un futuro quien quiera próximo, te sonreiré con dulzura. Como siempre, como será siendo durante el resto de tu vida. Te quiere, 
Joan.


No hay comentarios :

Publicar un comentario