El tercer café frío...

Hace frío, posiblemente más del que suele hacer las tardes otoñales de octubre. Quién sabe, quizá en febrero haga un calor espantoso. Me pongo la bufanda en mi cuello de nuevo y le doy un sorbo a mi café, frío. Asquerosamente frío. Es el tercero que pido y ninguno me llena, me saben sucios, vacíos. El cristal de esa antigua cafetería es viejo, se nota. Afuera, el viento mueve los árboles con fuerza y el sol hace tiempo que desapareció tras el horizonte. Agarro con decisión el café sin azúcar y pago rápidamente. Con el largo abrigo puesto y el gorro de lana en mi cabeza, lucho contra el viento. Hiela mis huesos, hiela mi corazón.

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