Sueños que se esfuman por la puerta de atrás.

Respira hondo y siéntate en el borde de tu vida. Dime, ¿qué ves?

Hoy amanece como un día cualquiera. Hoy sale el sol exactamente por el mismo punto cardinal. Hoy el cielo coge el color que viste cada día. Hoy es un día más, pero eso nunca te importó. Nunca te importó la manera en que los árboles se mecían a tu paso. Ni como las nubes barrían el camino que luego tu pisabas sin piedad. Siempre fuiste la misma persona que todo el mundo esperaba. No fumas, no bebes. No haces el amor en baños públicos sucios. No gritas en los conciertos, no te sales de las normas. No conduces, pero podrías hacerlo. Decides sentarte en el agrietado suelo que te consume, y dejas que tu mirada se pierda en mundos que valgan la pena. Buscas mundos que tengan prados de buena droga y esta no te mate. Buscas agua que nítida te muestre lo que de verdad es volar. Buscas, pero te pierdes cada noche entre chicas bonitas que se quieren y admiran. Que se suben la falda disimulando, que se bajan el escote ligeramente. Que no le importa lo que piensas. Te pierdes, y entonces, recaes de nuevo sobre el frío suelo que acostumbrado a ti, te da la bienvenida. Cierras los ojos, y vuelves a la infancia. Cuando eras un chiquillo que pegando al aire pretendía ser un as del fútbol y codearse con sus ídolos. Cuando le tirabas de las trenzas a tu hermana y esta corría llorando a decírselo a mamá. Bella hermana tuviste... Inocente hermana que cayó sobre el aura que llamaba desde aquella esquina. Dulce y delicada, es cómo te gusta recordarla. Ahora la sujetas la cabeza cada noche sobre el blanco retrete por el que se van vuestros sueños. No vives. Te dejas caer expuesto sobre las fotografías que te muestran historias que por tu bien, una tarde de otoño decidiste olvidar. Te cuentan las historias de un amigo del que nunca confiaste, de una chica que después de una apasionada noche, decidiste no llamar. Te cuentan las lágrimas que tu madre derramó cuando tu padre se largó de casa a por tabaco. Te cuentan cuando lo encontraste, cenando con una joven mujer en el restaurante del barrio. Y te cuentan los ataques de histeria de una madre preocupada por su marido, agobiada por un hijo que le dice que no llore sin ella entender nada. Sin darte cuenta, has vuelto a mirar por la ventana. 
Todo es tan diferente a como te gustaría...

2 comentarios :

  1. Increíble. Es increíble.
    No sé que decirte más, tonta. Escribes increíble, de verdad.
    Teodio <3

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  2. Ojala supieras lo que he sentido al leer esto! Ahora mismo voy a "entradas antiguas" jeje

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