Para no dejar de caer sobre tu espalda.

Tengo las ganas en los labios (pero no estás, pequeño Tragaluz).

Tú apostaste por la velocidad. 
Por el aire que provoca gritar un quédate en mitad de un ciclo de soledad. 
Por parar el mundo rozándome la mano. 
(Y qué bonito fue que aquel trece de julio me prohibieras dar vueltas de reloj sobre mi falda.)

Yo aposté por las norias.
Por el movimiento tan, pero tan mecánico de tus dedos sobre la máquina de escribir.
Por destruir el mundo cogiendo una mariquita entre los dedos.
(Y qué bonito fue escribirte, con besos, mi teoría para no dejar de caer sobre tu espalda.)

Abril apostó por no volver si no es entre tus lunares.
Por salvar a una mariposa desde dentro de un huracán y esperar que no haya heridos.
Por parar todos los relojes de mundo y ser hoy.
(Hoy, y mañana, y pasado, y al otro...)

1 comentario :