Muda y ornitofóbica.


He dejado de escribir cerca de la bañera por miedo a ahogarme mientras te echo de menos. Como si no supiera bailar bajo el agua, ni respirarte en la calle al ritmo de Freaky Ways; ahora escribo cerca de la puerta, por si tengo que salir corriendo a besarte. 

Me acuerdo que, cuando aún creías en las fases de la luna, escribiste la hache a la que le ponía cachonda ser muda. Siempre quise ser su protagonista: bibliotecaria de día, musa funambulista entre tus piernas de noche, y que tú te enamoraras de mí. Ser el primer amor de tu séptima vida. 
Como si creer en ti no te robase las palabras suficientes.

La última vez que me hicieron cerilla, ya nadie quería manchar su vestido nupcial de barro. Ni mucho menos de amor, ¡menudo dolor más feo! Me agaché, y tus manos, más largas que la cola de mi vestido, supieron agacharse conmigo a hacer el amor, y a bailar, con el barro al cuello, como si ser feliz no fuese una mierda.

Tuve mi primer vuelvo siendo un pájaro, y al verte, me hice ornitofóbica. ¿Cómo alguien puede amar volar cuando tú tienes los pies en el suelo? Nadie necesita alas teniendo tus manos. 
Le llevé un narciso a Eiffel; se acordaba perfectamente de ti, del infinito que recorre tu cadera y se cuelga de mi sonrisa en otras bocas.

Ojalá eches a volar alguna vez y yo tenga que volver a escribir cerca de la bañera. Besaré con todas mis ganas al viento, y me pasaré la lengua por los labios arrepintiéndome de mí. 
Pero creyendo en el amor azul. 
En el amor que ahoga.
En el amor de bolsillo trasero.
Y por fin seré la hache que se ponía cachonda al pronunciar tu nombre en silencio.

2 comentarios :

  1. Que profundo. Esto me hace pensar que el amor a veces no es una mierda.
    Gracias por hacérmelo ver.
    Besos.

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  2. Maldita. Lo jodidamente bien que escribes. Lo perfectamente hilado que está todo. Entreveo personalidad si me aventuro a mirar bajo las faldas de estas letras. Y me encanta.

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