los primeros quinientos besos


Aquella mañana nadie llevaba un vestido rojo del que mi amor pudiese hablar en un nuevo poema. Yo bailé hasta el balcón y corté con los dientes las rosas de nuestra pequeña ilusión, estaban teñidas del amanecer. Llené mi boca de agua y las dejé morir en mí. El agua que de mi boca caía, formó un círculo de océano que cubrió mis pies y se podían ver en él peces nacer, naranjas, como si el milagro de la vida y la muerte se juntasen en mí. Con la punta de mis pies, y dejando un camino de piedritas de agua, fui hacia mi amor, a que cortase las espinas que rodaban sin piedad entre mis labios. Me llamó sin pronunciar mi nombre, recogió una de las rosas que morían en mi boca con un roce ínfimo y dobló su tallo tantas veces como pudo. Rompió el tallo, y volvió a colocar la rosa en mi boca; navegó sobre el agua, me abrió en un nuevo canal. Comenzó a recitar mi poema favorito. Habló del mar, de arena y conchas de colores que se perdían en el ritmo de su lengua. Tragué tanta agua que nunca supe que era morir de sed. Volvió de nuevo a recitar mi poema favorito. Francés. Mi amor se perdió en los versos de otro hombre, se volvió débil. 

Me enamoré. Nunca supe nada más de mí.

Durante mucho tiempo sólo quería visionar el tráiler de los primeros quinientos besos. En la boca, en la nariz, en la mejilla, en la otra mejilla, en la otra mejilla, en la otra mejilla, en la oreja, en el centro de la espalda, bajo el ombligo, aún más abajo del ombligo, en la frente, en la nuca, entre los dedos de las manos, sobre el pecho, entre las dos pecas del tobillo, en las rodillas, bajo la piel. En el corazón. Tenía un filtro verde, viejo, su cajita olía a papelería.

Todo parecía extraño cuando se fue. Las rosas se morían sin mí, el agua no sabía a la sal de su cuerpo y el tráiler parecía lejano y arañado, como fruto de una guerra de granadas. Compré mecheros, cerillas, planté girasoles. Me seguían con la mirada aun cuando no era de día, no me dejaban llorar, no me dejaban pensar en su boca desbordando sin mí, no me dejaban. Yo misma me recitaba el mar, la arena y las conchas de colores, pero no se perdían en mi lengua, no conocía el francés, sonaba eco si lo escuchaba desde dentro. Me perdí en los versos de un hombre perdido en otro hombre, me volví débil.

Me enamoré. Nunca quise saber nada más de mí.

21 comentarios :

  1. ¡Menuda historia Sireia!
    Me has hecho emocionarme, e imaginarme esas situaciones, algunas tan reales otras tan fantásticas...
    Me gusta mucho cuando dices lo de "me perdí en los versos de otro hombre" eso siempre nos debilita...
    Y enamorarnos, nos pierde, sin duda nos lleva a actuar de una manera poco racional.

    ¡Muy bien, sigue así!

    Un abrazo

    Martina

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  2. Me voy a quedar a vivir en ese ombligo.
    Y en todas tus historias.

    Miles de corazones pintados con tiza.

    -La tóxica.

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  3. La frase es el punto final de una explosión de sentimientos correteando locos entre las vértebras de quien te lee.

    (un placer que hayas vuelto.)

    Un abrazo,
    S.

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  4. Enamorarse es doler, doler bonito, pero doler.
    Y el punto final, duele el doble.

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  5. creo que sólo puedo decir:
    au, cómo escuece y ay qué bonito escribes
    y qué bonito ha sido leerte.

    (me mudo aquí
    que traigo en la maleta café, crêpes
    y chocolate)
    W.

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  6. ¿Sabes? A veces pienso que la razón y la plena consciencia son una especie de mordaza, como una gruesa membrana que se interpone entre nosotros y lo demás. Algo que limita nuestros movimientos y nuestra verdadera capacidad de vivir con intensidad. Enamorarse hace que se disuelvan esas membranas. Uno se olvida de sí mismo. Se limita a vivir (o lo que es lo mismo: a no limitarse). Y se pierde fascinado entre el ramaje interminable que se despliega en su mente con ese enamoramiento. De la misma forma en que se enamora del mar y se pierde en cada espuma que llega desvaneciente a la orilla, y en la siempre asombrosa grandeza de su imensidad dibjada por el horizonte justo donde acaba el cielo.
    Sí, como dices de una forma tan preciosa, enamorarse es olvidarse de uno mismo, de la misma forma que vivir de verdad es olvidar en qué consiste la vida y el hecho de que se está viviendo.
    Quinientos besos... qué droga tan perfecta.
    Un gran abrazo
    (¿de verdad hiciste esa lectura?... me parece increíble... y precioso :)
    (y yo, pensando dejar de escribir durante un tiempo)

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  7. Me ha encantado. Me parece tristemente precioso y yo qué sé.

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  8. El amor duele y tus palabras cortan como si de dagas se tratasen. Pero el escozor que éstas provocan es un dolor precioso que podría sentir miles de veces sin llegar a cansarme nunca de él. Es adictivo; al igual que esos quinientos besos de los que hablas. Espero poder seguir consumiendo de esa droga a la que tú llamas tus textos, y dios; ¡que nunca falte! Un placer volver a leerte, Sireia.

    Muchos besos y abrazos lunares;
    - Selene.

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  9. Nunca dejes de llover, Mujer Tormenta.

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  10. Eres caótica, de verdad. Las espinas te destrozan los labios, y a pesar de la sangre y las heridas, hubieses dado cualquier cosa por volver a aquellos quinientos besos, ¿verdad? Aunque doliesen, aunque te arrancasen el alma.
    Y la vida sigue. Sin espinas y sin alma. Ahora es otoño y la primavera está más cerca. Luego llegarán más rosas, y otras espinas te harán olvidar ese poema francés.
    Besitos.

    Miss Carrousel

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  11. hacía tiempo que no te leía. me ha gustado muchísimo la frase de enamorarse y no volver a saber nunca más de una misma. en tan poco dice demasiado.

    (saludos)

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  12. Precioso. Qué triste la forma de perdernos cuando nos damos a alguien. O no.

    Me encanta tu manera de romperte sobre el teclado.

    Te admira,
    María

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  13. Great content. Would you like to follow each other? Let me know and I am instantly follow you back :) Have a nice week! :) xoxo
    http://szepsegpotty.blogspot.hu/

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  14. Es precioso como has conectado el amor y el desamor en una misma entrada. Hay tan pocos pasos de un lado hacia otro que cuando los cruzamos casi no nos damos cuenta excepto por el dolor que nos produce caminar de vuelta a casa sin arrastrar a nadie con nosotros.

    Me ha encantado, en serio. Cuando estamos enamorados es como que todo florece y fluye con nosotros y cuando nos rompen el corazón somos capaces de hacer llorar a la más tierna flor.

    ¡Tienes una seguidora más!
    Un beso y que tengas un buen día =)

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  15. Por favor, no dejes de escribir tan bien. En serio, me he emocionado (o casi, pero eso ya es un éxito, al menos, así lo veo) Hacía tiempo que nadie me hacía sentir tanto con tan pocas palabras. Las suficientes. En resumen, tienes arte, deberías saberlo y, si no es así, si no lo sabes, te lo diré cuántas veces sean necesarias.
    Un beso desde mi blog, te invito a pasarte y echarle un vistazo cuando tengas tiempo, por mi parte, te seguía desde hacía bastante tiempo pero, para ser sinceros, hacía mucho que no me pasaba por aquí y, la verdad, después de taaaaanto tiempo, me arrepiento de haber estado del mundillo blogger durante tanto.
    Lo dicho, te espero por

    Los latidos de abril

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  16. El amor tiene tantas y tantas facetas que me parece que nunca sabremos cómo evitar que nos desarme. Realmente precioso.
    Saludos, un gusto volver a leerte.

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  17. Absolutamente perfecto
    Encantada de haber llegado hasta aquí :)

    Un beso!

    http://versameentuboca.blogspot.co.uk/
    Por si te apetece

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  18. Buenas noches. Me paso por aquí como te había comentado. Y... Ay, leerte ha sido una maravilla. Me ha encantado todo lo que has escrito, de principio a fin. Me comentabas en instagram que habías dejado esto un poco de lado y que ahora escribías para ti, pero... Por favor. Vuelve. El mundo necesita conocerte toda esa magia que llevas dentro. Ha sido un placer leerte.
    Un abrazo fuerte. ♥

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    1. Estoy totalmente de acuerdo, ¡no nos dejes sin tu magia!

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  19. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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