Podría hablarte de
las cuatro patas de tu cama
o de las veinte mil lunas
de nuestro círculo polar,
o podría no hablarte
de nada
que tuviera que ver con
nosotros.
Quizá la solución a
tanta media luna
y tanto medio corazón,
sea pintarse los labios
cual Reina Roja
y mandarte besos
hasta encogerte.
Como decías,
cuando aún eras tú,
el verbo más importante
es de la primera conjugación,
y no es amar ni empezar,
ni siquiera terminar,
y no veas lo rápido
que usaste ese último.
Si te contara
cuántas veces pongo la lavadora
sólo para acordarme de ti,
me tomarías por cuerda,
de esas con nudos perfectos
y unas ganas de
acabar con vidas,
que dan ganas de enamorarse.
El verbo enamorar
nunca,
nunca,
me ha gustado;
como si fuera necesario
usar el amor como excusa
de la rabia sexual
y la impotencia que da
ese cartel de 'no tocar'
que lleva la poesía
colgado del cuello.
Pelos de punta.
ResponderEliminar¡Enorme!
¿Cómo puede ser tan perfecto? Estoy de acuerdo con Nina, los pelos de punta.
ResponderEliminarUn besazo enorme.
PD: Tienes un premio en mi blog.
A mi el verbo enamorar no sé si termina de gustarme, pero tu blog lo ha hecho. Me ha enamorado. Y eso si me gusta hahahaha
ResponderEliminar