Océanos infinitos.

Hoy he hecho trasbordo entre la línea de tu metro y la mía, y he pasado por nuestro océano. Había cutre-poesía en las paredes y he sentido como todas las primaveras que colgamos en carteles se iban a la mierda. Había uno que decía 'quiero seguir comiéndote a besos', y Rozalén y yo nos hemos sentado en el mismo banco a esperar, a encontrar. Nunca se me dio bien eso de quedarme quieta en mitad de mi huracán. O frenarme en seco después de correr tras de ti, ahogándome, y darte un beso. Lo rar-i-bonito de esta mañana, es que no he ido hasta el final de la estación como siempre que voy sola. Me he quedado al principio, queriendo que la boca de metro me quedara lo más lejos. Como siempre que voy contigo. Me gustan las bocas del metro porque son como tú. 

Madrid era distinta. Como cuando te vas, tan vacía. Había una niña sujetando un globo azul como si le fuese la vida en ello y no en crecer, y en morir día a día, y en vomitar y gritar ¡poesía a la vista! Tenía los ojos mar, y me acordé de cuando yo era cometa y me sacabas a volar entre ola y ola. Cogiéndome la mano como quien se acerca al fuego y se quema, pero no le importa. Y me subías lo más alto sin dejarme caer, cayéndote tú por mí, rompiendo tu paracaídas para ser el mío. 

Lo bonito del dichoso toque de queda es cuando pierdes tus manos en las mías, y toda definición de amor se queda corta. 

3 comentarios :

  1. Dios mío. Cada vez que leo un texto como este me pregunto que si el autor lo ha hecho porque le ha venido o porque se lo ha currado un montón.
    Yo sueño con hacer algún día algo tan bueno cómo esto. No sé si llegaré.
    Deseame suerte, besos.

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