Si a esto alguien lo llama amor...

Queridísimo P:

Hoy no voy a decirte quién suena de fondo; apuesto todas nuestras fechas que eres capaz de averiguarlo. Hoy suena un poco más bajito de lo normal, pero es que quiero oír si suena el timbre con claridad. Y no, tranquilo, que hoy no espero que aparezcas tú. Sino el pizzero. ¿No es así en las películas? La chica pide pizzas y acaba en la cama con un repartidor musculado. Con la típica gorra junto a la ropa interior.

¿No es así?

De todas formas, la he pedido solo de queso. Y al pobre muchacho nunca le haré la putada de que comparta la cama con alguien como yo. Tengo mis prioridades ahora que no estás. Debe ser mucho menos alto que tú. Y tener los ojos tan oscuros que me recuerden a tu color de pelo. Tienen que saber poner la lavadora, y leer literatura española. O, como mínimo, respirar por la noche sin hacer ruido.

Pero eso como mínimo, eh. Que yo en realidad no necesito ningún hombre que no sea protagonista de algún libro.

El pizzero lleva ya media hora de retraso y Kahlúa tiene el triple de hambre que yo. He pedido la pizza por ella, que miraba el papel de publicidad con cara de pena. Yo no tengo hambre. Yo tengo un nudo en el estómago. Pero no es un nudo poético de estos que te impiden recordar a tu amor sin sentir que vuelas. No. Es un nudo literal. Mis intestinos han querido envolver al corazón con un lazo y ahora cada latido es como un disparo.

Esta vez no voy a pedirte que me salves. Ni que apagues la música, me quites la ropa y me pongas el pijama. Ni que me arropes. Quiero que se me manche la cara de rimmel cada vez que parpadee y que al despertarme mañana no sepa qué días es. Porque si a esto alguien lo llama amor, yo aprenderé a llevar un diccionario a mano. Para leer que el amor es ser insuficiente. Es buscar un precipicio donde hay solo un escalón de altura.

O quizá se lo lea al repartidor...
si decide venir antes de que nos den las seis de la mañana.

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